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Mujer a fuego lento

Los lectores de este libro encontrarán que estos poemas forman parte de una travesía interna. En ellos hay una tensión entre la noción de arraigo y la necesidad de partir. La voz que nos conduce por estas páginas se debate entre las ganas de hacer nido en una “taza de café” (o en el “ápice de Keops”) y la pulsión de entregarse a la singladura cuando nos dice que hay un “corazón a pleno andar/galopando descalzo a lo largo de lo indecible”. Estos poemas están cargados de una conmovedora vitalidad que registra un cambio de piel, acaso el paso de una edad a otra. En este libro se puede escuchar el repiqueteo de un deseo de ser “tórtola sin destino” que surge de la memoria de un paraíso perdido e intentar restituir ese reino al final de la jornada. En esta travesía lo cotidiano y lo amoroso se entremezclan en una voz que busca un espacio equinoccial para redescubrirse incesantemente. Se trata de un movimiento psíquico en el que los lectores podrán entrever que hay una apertura (“chillido de bisagras”), una necesidad de alas, un deseo de arder a fuego lento.